Almacenes y existencias.

Todas las empresas almacenan productos. Todos los negocios tienen que manejar productos de una forma u otra, para transformarlos, para venderlos, para consumirlos; incluso, todo al mismo tiempo, consume, transforma y vende.

Una empresa de servicios, parece que no tenga que preocuparse de los almacenes porque no tiene que hacer grandes compras de materia prima. Sin embargo, tiene que hacer compras para poder realizar y producir servicios. Por ejemplo, una asesoría no requiere almacenar nada para transformar y vender, pero, obviamente, consume productos: folios, tintas de impresora, en definitiva mucho material de oficina de todo tipo.

Son productos que por su consumo influyen en los costes imputables directamente al servicio prestado.

Las grandes empresas de logística tienen que almacenar productos, aunque sean empresas de servicios. Y, en este caso, no son de un importe menor; combustibles, repuestos, accesorios.

Las empresas que más control precisan sobre los almacenes y los productos almacenados son, sin duda alguna, las empresas que transforman: las industrias.

Pero eso no significa que alguno de los sectores de negocio que he nombrado no tenga que controlar sus existencias de productos, repuestos o accesorios.

La cuestión es la valoración. Para esto no influye el tipo, ni el tamaño, ni los importes, ni las cantidades. Lo que influye es la metodología de cálculo para su valoración.

Según la que se escoja obtendremos una imputación a costes diferente. Esto significa que el resultado variará, puede que de forma significativa, positiva o negativamente.

Las metodologías más usadas son tres: el precio medio ponderado, el FIFO y el LIFO.

Los iré desarrollando en próximas publicaciones.

La brevedad es el alma del discurso. Hablar en exceso sugiere la desesperación por parte del líder.





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