Amortizaciones: vida útil y vida económica.

Normalmente se habla de vida útil par calcular las amortizaciones financieras.

Pero hay otra forma de verlo. Porque no es lo mismo la vida útil que la vida económica de un activo tangible.

El período durante el cual se espera que un activo sea utilizado por la empresa, es la vida útil.

El período durante el cual se espera que un activo sea utilizable por la empresa, es la vida económica.

Obviamente, no es lo mismo ser utilizado que ser utilizable.

Lo normal es que todos tiendan a usar este tipo de bienes amortizables más allá de lo que la amortización estima como vida útil.

O dicho de otro modo, lo normal es que un bien que se amortiza casi siempre por su vida útil, siga funcionando durante su vida económica aunque ya no sea competitivo o esté, incluso, obsoleto para ser competitivo.

Las razones suelen ser múltiples, pero la principal es que cuando se aplican las amortizaciones, éstas no están separadas de forma clara del circulante financiero, es decir, de los recursos generados por el negocio en el día a día, en el mes a mes, en el trimestre a trimestre.

Las amortizaciones se aplican a final de año y pasan a confundirse con los resultados anuales, sin una definición clara de que este flujo financiero del retorno de las inversiones debe de tener una contrapartida clara: la liquidez necesaria para las nuevas inversiones que se requieran para no ser incompetentes en un mercado muy competitivo.

Reconozcamos que ni las pequeñas empresas ni, sobre todo, los autónomos empresarios, tienen en cuenta esta crucial diferencia. Lo normal es que expriman los bienes hasta que son inservibles por el uso en períodos de tiempo más allá de su eficiencia tecnológica o de su eficiencia funcional y competitiva; sin tener en cuenta ni su vida útil ni su vida económica.

También es comprensible. Si no se aplican las amortizaciones de forma financieramente líquidas, no se tienen ahorros para afrontar la renovación de estos bienes y se tiene que acudir a una financiación ajena que siempre es tediosa por sus condiciones, cuando alguien va a negociar con las entidades financieras sin más recursos que la presentación de avales y garantías personales o, lo que es peor, avales y garantías de toda la familia.

Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes.






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