Activos amortizables: valor residual negativo.

Cuando las inversiones en activos fijos son de un importe considerable, se requiere un control de dicha inversión exhaustivo.

Eso es lo que normalmente se piensa. Y en parte es cierto. El desembolso de dinero es tal, que es completamente necesario controlar tanto las amortizaciones, como el valor residual o las correcciones valorativas.

Pero esto no quiere decir que cuando las inversiones son de un importe menor, no se tengan que controlar. Obviamente, no es necesario hacerlo a los niveles que comentaba antes, pero no está de más que, sobre todo, las pequeñas empresas y los autónomos, tengan en cuenta este tipo de controles.

Supongamos que una pequeña empresa adquiere cinco ordenadores, para renovar todos los que tiene en su empresa en la actualidad.

Supongamos también, que la empresa que le vende los cinco ordenadores, no quiere hacerse cargo de los ordenadores viejos.

Esto significa que es la pequeña empresa la que debe encargarse de deshacerse de los ordenadores viejos.

Sigamos suponiendo: los ordenadores viejos costaron en su día 8.000,00 €. Se le dio una vida económica de 5 años. (Cuidado, hablo de vida económica, no de vida útil). No se aplicó ningún valor residual, ya que se tenía muy claro que al final de la vida económica, el valor de los ordenadores sería de 0,00 €.

Hasta ahí, todo bastante normal. Salvo que no se tuvo en cuenta que deshacerse de los ordenadores viejos conllevaría un coste adicional: desinstalarlos y trasladarlos a un centro de tratamiento de residuos.

Esto es lo que se llama un valor residual negativo. No sólo es que no tiene valor alguno el activo, sino que además lleva un coste deshacerse de él.

Cuando se adquirieron estos ordenadores viejos, se tendría que haber tenido en cuenta esta posible eventualidad y haber provisionado contablemente el importe aproximado de este coste.

No hay que olvidar los valores residuales negativos, porque se suelen dar muchas más veces de las que pueda parecer a primera vista.



Para realizar un sueño es preciso olvidarlo, distraer la atención de él. Por eso realizar es no realizar.








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