Provisiones y amortizaciones: primas hermanas.

Los que vayan siguiendo las publicaciones relacionadas con Access y la forma de operar con las tablas, las consultas y las macros, no deben temer que no se publicarán más entradas para terminar de aclarar lo que tenemos en un punto álgido de las explicaciones técnicas al respecto.

Seguiremos con todo ello en breve.

Pero es que estamos en el momento de los cierres contables del ejercicio pasado y me asaltan cuestiones que me apetece comentar.

Hoy os hablaré de la otra olvidada por los autónomos y las pequeñas empresas: la provisión.

La semana pasada os comenté que la amortización es básica, es fundamental para la supervivencia de cualquier negocio y no es lo suficientemente utilizada para el control de la salud financiera de esos negocios que tantas horas de sueño quita a los pequeños empresarios y autónomos.

Pero aún así, las amortizaciones son conocidas por estos empresarios. Sin embargo, cuando les hablo de las provisiones me doy cuenta de que saben que ese termino tiene su descripción en la RAE. Pero no tienen nada claro cual es su uso en el negocio.

En primer lugar, no es lo mismo la provisión que la previsión. Por favor, que nadie confunda esos términos.

En segundo lugar, con la provisión no se previene; se puede intentar prevenir, pero eso es mucho más incierto que la provisión.

Por último, en tercer lugar, la provisión se realiza porque se tiene una certeza o hay un alto riesgo de probabilidad de que algo ocurra; la certeza está en que no será nada bueno para la marcha del negocio y en que se desconoce el importe exacto le que costará al negocio.

Pensad que las amortizaciones se hacen para paliar la disminución de valor de los activos por obsolescencias y poder hacer frente a nuevas inversiones. En este sentido, las provisiones se aplicarán para el caso de que las amortizaciones se nos hayan quedado cortas, porque puede ocurrir que un activo esté fuera de servicio antes de que se amortice totalmente.

Pero no sólo eso. Las provisiones ayudan a que el negocio tenga suficiente liquidez para afrontar todo aquello que sabemos que ocurrirá pero no sabemos cuanto costará con exactitud.

Os pongo un ejemplo claro.

Un pequeño empresario o un autónomo ha hecho los deberes y ha amortizado correctamente sus activos. Ha llegado el momento de hacer inversiones en activos mucho más productivos y competitivos. Pero hay un problema.

La inversión en estos activos supondrá que hay empleados que no tienen cabida en la nueva estructura productiva de la empresa, ya que estos bienes productivos requieren menos trabajadores porque son más autónomos a la hora de producir. Para entendernos, son bienes más robotizados.

Obviamente, el pequeño empresario debe hacer frente a unas indemnizaciones a los empleados que en la mayoría de las ocasiones llevan años trabajando para ese empresario autónomo.

Y aquí está el problema: el empresario autónomo y pequeño, ha visto que puede hacer crecer su negocio con estas inversiones, pero no provisionó los efectos colaterales de la inversión.

Resultado: hace la inversión, se carga con un pasivo bastante abultado y, de rebote, al poco de hacer la inversión, se da cuenta que le sobran empleados, pero no tiene las provisiones para hacer frente a los despidos. Si no hace despidos se encuentra con maquinas nuevas que son muy productivas, y con empleados que están ociosos no porque así lo quieran ellos.

En resumen: un callejón sin una salida adecuada para nadie.

Sólo las provisiones ayudan a que esto tenga un final adecuado.

Así pues, no perdamos de vista este consejo: provisionar para prevenir y amortizar para invertir.

¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada?





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