Las pequeñas empresas y los autónomos nunca ven venir los aprietos. Siempre les parece que los apuros son pasajeros. En breve lo solventarán y todo será igual que antes.
Es muy difícil que entiendan que la economía es siempre cambiante. Nunca hay dos ejercicios iguales. Por mucho que les explico, terminan admitiendo que sí, que la economía de la empresa es muy cambiante, pero les cuesta mucho cambiar su metodología.
Las empresas pequeñas cometen un error de principio: centrarse demasiado en el valor de la unidad de producción.
- Si tengo un buen margen por unidad o por servicio prestado, con vender mucho está todo arreglado.
- Con que los costes no aumenten por unidad producida, seguiré teniendo el mismo margen, el que me ha permitido llegar hasta aquí.
- Si siempre ha funcionado, ¿para qué cambiar?
- Las inversiones me permiten vender más barato con mayor margen. Consecuentemente, estoy ganando más.
Seguro que han escuchado estas frases o parecidas muchas veces. Son 'sentencias' que yo, al menos, he tenido que oír de estos empresarios en demasiadas ocasiones.
Cuando llega la crisis, (que tarde o temprano, siempre la hay), es cuando me dicen: ¿qué hago? ¿porqué no lo he visto venir? ¿porqué no me avisaste?
Lo cierto es que les avisé, no en los términos que ellos esperaban oír, porque cuando les decía que debían pensar y meditar más en sus siguientes pasos para no hacer cosas muy parecidas, que debían ser creativos, dar giros que la competencia no era capaz ni siquiera de imaginar, la respuesta ha llegado a ser tediosa por repetitiva: ¿pero qué dices?, ¡no hombre, no!, le pido un crédito al banco y con esa inversión, produzco mucho más de lo mismo y como el margen es el mismo, ganaré mucho más.
Pero claro, ese crédito para la inversión, suponía entregar al banco hasta el número de zapato que gastaban los ascendientes y descendientes del empresario, lo cual parecía un mal menor, porque el crédito se pagaría prácticamente 'solo y sin esfuerzo'.
Pero una cosa es el margen de producción por unidad y otra muy diferente es la salud financiera. Esto sólo se sabe si la contabilidad financiera es escrupulosamente rigurosa y fiel, y, créanme, he visto muy pocas contabilidades financieras que lo sean.
No es que haya que exigir a los pequeños empresarios un control mediante las tres contabilidades: financiera, analítica de costes y presupuestaria. Ni tienen los suficientes recursos ni tienen la suficiente formación de sus empleados.
Pero la contabilidad básica, (me refiero a la contabilidad financiera), sí debemos hacer un esfuerzo porque se preocupen por ella, más allá de una simple herramienta para ver qué impuestos hay que pagar.
Porque las crisis en las pequeñas empresas, nunca se sabe cómo vienen, nunca se sabe cómo ha sido posible, nunca se sabe cómo se llega a esa situación; pero lo cierto es que, siempre, el endeudamiento es mucho mayor que lo que la contabilidad financiera permitía.
A los gerentes de las pequeñas empresas, a los autónomos, van dirigidas las siguientes directrices, fáciles de implantar: basta con la voluntad de querer hacerlo.
- Sean creativos y no hagan siempre lo mismo, por muy bien que les funcione.
- Si se empeñan hasta las cejas para hacer una inversión en maquinaria, piensen en lo poco que les va a suponer destinar algo de los recursos propios o ajenos en un buen contable financiero.
- Nunca dejen de hacer un seguimiento de sus finanzas, más allá de su control de costes y márgenes.
Les aseguro que un buen contable, un buen profesional de la contabilidad financiera, a la larga, les resultará muy rentable; no lo vean como un gasto más, porque no lo es. Es la mejor inversión que pueden realizar. Y, deben plantearse esta inversión, antes incluso, que invertir en mejorar los medios de producción o los medios formativos de los operarios no administrativos.
La cita semanal es para que el futuro de sus empresas no caigan en la monotonía: los cambios son el motor de la supervivencia.
"Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado".
Miguel de Unamuno.
Disfruten del video musical de esta semana. Una canción del pasado que siempre marcó y marcará el futuro.
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