El Plan General Contable: ¿económico o financiero?

Bermúdez empezó a trabajar en Colocaciones sin ánimo de lucro, S.L. a los 20 años. Apenas terminó sus estudios de contaduría allá por los años 80.

No fue por casualidad.

Fue porque su madre habló con un primo suyo, que tenía un amigo, que a su vez conocía a la mujer del primo hermano del tío de la mujer del gerente.

En otras palabras, para no perdernos en el árbol genealógico del gerente: entró a dedo.

Es decir, señalado con el dedo índice. Ese dedo te señala y te pone las marcas de las influencias que esclavizan tu personalidad, para que siempre tengas algo que devolver en forma de favor, favor que, por otra parte, no siempre será de una tonalidad noble.

(Es curioso, pero hay cosas que nunca cambian. O al menos, cambian muy poco. Mejor dicho, no es que cambien muy poco. Es que siempre hay excepciones a las reglas, porque la regla hoy en día sigue siendo la misma, lo que cambia es que hay más excepciones).

Siendo así las cosas, Bermúdez no tenía ni la más mínima idea de cómo afrontar el encargo del gerente. No se lo habían enseñado. No le habían dado la formación para ello.

- Bermúdez, - empezó diciéndole el gerente - usted va a decirme qué debo hacer para mejorar la producción. Nos sobra el dinero, pero no tenemos los suficientes beneficios como para que los socios aporten más capital. Tenemos que cambiar los 'números' para que sigan confiando en mi gestión.

(¡¿¡Yo?!? - pensó Bermúdez).

(¡Pero si sólo soy un contable sin experiencia! - siguió pensando Bermúdez, perdido ya en su ensimismamiento, sin escuchar nada de la perorata que le estaba dando el gerente, a pesar de que oía el sonido de la voz del gerente, allá, a lo lejos).

Las últimas palabras del gerente sacaron de cuajo a Bermúdez de su recogimiento mental.

- Confío plenamente en usted, - continuaba el gerente - no en vano viene usted muy bien recomendado. - apostilló el gerente, para dejar bien claro que si no cumplía el encargo, las recomendaciones se las pasaría por allí, por donde el forro deja de ser de los pantalones.

A Bermúdez, el sudor no le corría por la frente, pero no sudaba por el simple hecho de que la sequedad de su cuerpo era mayúscula. No le quedaba ni una gota de líquido, fuese del tipo que fuese.

Y de pronto, Bermúdez, esbozó una sonrisa tímida. Su mente había perfilado una posible solución mientras estaba ensimismado.

Así que Bermúdez se puso a la tarea de no defraudar al amigo del primo de su madre, que conocía a la mujer del primo hermano del tío de la mujer del gerente.

Elaboró un Plan General Contable con tal cantidad de cuentas contables, que los asesores no sabían por dónde empezar sus análisis. Todos se preguntaban lo mismo: ¿tenemos que hacer un análisis financiero o un análisis económico? ¿Para qué tantas cuentas? ¿Cuál es el objetivo?

El objetivo de Bermúdez era claro: conciliar una contabilidad financiera con una contabilidad económica.

Lo que no sabía Bermúdez, porque acababa de empezar y era demasiado joven e inexperto, es que eso es inconciliable.

El Plan General Contable está concebido para el control financiero, el control económico sólo es posible mediante la contabilidad analítica de costes.

Son com el Yin y el Yang: por separado no son nada; sólo su unidad permite el absoluto como un sustantivo de personalidad única.

Axioma: El Plan General Contable, siempre ajustado a la normativa, nada de cuentas que no figuren en la normativa del PGC. Para eso ya está la contabilidad analítica - económica de costes.

La cita de esta semana, habla por sí sola.

Don Corleone a Bonasera: "Algún día, que quizá nunca llegue, te pediré que hagas algo por mí. Pero hasta ese día, considera esto como un recuerdo de la boda de mi hija".

El Padrino

Esta semana, sigo con el tributo a un ídolo musical. Disfruten, como siempre, del gran Chuck Berry


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