El experto contable: maestros y aprendices.

Hoy empezaré planteándoles una cuestión, porque al final les dejaré varias interrogaciones que me gustaría que me diesen su opinión, por favor.

¿Dónde encuadran ustedes las contabilidades financiera, analítica o de costes y presupuestaria?

¿Son un arte?, ¿son disciplinas?, ¿son acaso doctorados?, ¿ciencias, tal vez?

En realidad, no son nada de eso por separado, pero, aunque parezca un disparate, son todo ello en su conjunto.

Precisamente esa indefinición académica concreta es su estigma, ya que la relega a la categoría de la mediocridad; algo que muchos conocen por obligación, pero que no maduran por devoción.

Piensen que las contabilidades no dejan de ser simples asignaturas de apoyo, por no decir asignaturas de poca importancia, de poco peso, que solo sirven para completar horas lectivas en otros doctorados universitarios.

Esto hace que los alumnos la consideren una asignatura por la que deben pasar, pero como de puntillas, por una simple obligación para poder cumplir con un expediente impoluto. Algo aburrido pero necesario.

Hace ya mucho tiempo, habían maestros y aprendices.

Maestros con experiencia en su disciplina, maestros esculpidos en años de aprendizaje, convertidos en expertos por asumir la sapiencia transmitida casi, casi, por el boca a boca.

Era la experiencia lo que les daba la categoría de doctores. Era la experiencia lo que les daba la categoría de expertos. Como debe ser, porque los expertos, lo son, gracias y debido a su dilatada experiencia.

Aprender de los conocimientos de los que en su día habían sido aprendices y ahora eran maestros, era lo más natural, lo necesario y fundamental para llegar a ser alguien en la comunidad de la profesión que habían elegido.

Los aprendices sabían que si querían desarrollar ese arte, esa ciencia, esa disciplina; si querían llegar a doctorarse con el aprecio necesario para su futuro, debían adquirir los conocimientos de alguien de reconocido valor facultativo dentro del gremio.

Expertos contables. Algo que cada vez escucho más. Algo que se solventa con un examen; con una prueba de conocimientos académicos, de conocimientos normativos contables; de conocimientos más o menos amplios de una asignatura estudiada en la facultad.

Pero, mediten sobre las siguientes cuestiones. ¿Cuántos de estos expertos contables adoran la contabilidad, no por necesidad, sino por sentimiento, porque lo llevan en el ADN? ¿Y, por otro lado, la experiencia de la teoría académica aplicada durante años, dónde queda? ¿Cuál es su valor? ¿Para cuándo una licenciatura en contabilidad?

La cita de esta semana es para que sientan en su más recóndito interior, que deben divertirse en lo que hacen en el día a día; es un requisito fundamental para desarrollarse como personas.

La gente rara vez tiene éxito a no ser que se divierta con lo que hace.
Dale Carnegie

Como siempre, para finalizar un video musical. Y no podía ser de otro modo. Un homenaje a un grande, al mejor, al inimitable trovador que nos ha acompañado y que nos acompañará durante el resto de nuestras vidas y que inspirará a muchas generaciones venideras: Leonard Cohen.


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