Pequeñas empresas: no hay mercado de compraventa.

Ha habido ocasiones en que un empresario, me ha planteado la posibilidad de comprar pequeñas empresas como plan estratégico de su crecimiento en el medio plazo.

Sin embargo, cuando hablamos de pequeñas e incluso medianas empresas, esta es una tarea de una gran complejidad.

Me refiero a dos cuestiones básicamente: la valoración real de estas empresas y el retorno que se conseguiría con la absorción o adquisición de estas empresas.

Centrémonos en la primera de las cuestiones: la valoración real de estas empresas.

Las contabilidades de este tipo de empresas no están sujetas a controles para poder realizar una valoración clara, en situaciones de absorciones o adquisiciones. No cotizan en el mercado de valores; no disponen de auditorias, (ni tienen ganas ni obligación de que nadie les audite); no disponen de un control exhaustivo de existencias; los fondos de maniobra están en su justa medida para que los agentes externos, (sobre todo de cara a las entidades financieras), estén tranquilos,...

Pero sobre todo, porque aquí chocamos con una disyuntiva: si el empresario que debe vender está en una situación claramente solvente, no querrá vender o lo hará a un precio sobrevalorado, con lo que la operación será inviable; por otro lado, si el empresario que vende, se encuentra en situación claramente insolvente, la operación podría arrastrar al empresario que compra a una situación de riesgo insalvable.

Es decir, en otras palabras: por encima de cualquier valoración objetiva, está la subjetividad del empresario, ya sea del que vende o del que compra.

No nos engañemos, aquí hay poco que discutir; no hay consejos de administración, no hay informes que aconsejen o desaconsejen una operación en unos términos de negociación adecuados a ambas partes, la compradora y la vendedora.

Pero aún así, desde mi punto de vista, hay una guía normativa del orden a seguir, antes de ponernos a trabajar en un proyecto de este tipo:

Primero: si al empresa que se desea adquirir o absorber es solvente, no sigan, no malgasten su tiempo y su trabajo; la operación es inviable.

Segundo: si la empresa que desea vender o ser absorbida es insolvente, el empresario que busca un comprador debe ser consciente de que debe decir la verdad y toda la verdad; cualquier cosa que oculte, se volverá en su contra y agravará de forma irremediable su situación.

Sólo cuando se tienen en cuenta estos dos principios, nuestro trabajo como consultores valdrá la pena, ya que nuestro cliente, al final, no se sentirá defraudado.

Sólo cuando estos dos principios están claros, podremos empezar a trabajar en una valoración objetiva que permitirá que la operación entre en su fase de negociación.

La cita de esta semana es de una genio, muy admirado por mí; pensad; meditad en lo que dice:

Intenta no convertirte en un hombre de éxito sino en un hombre valioso. Albert Einstein

Y el video musical de la semana, es un canto a la alegría de balar; pase lo que pase, bailad y disfrutad de esa libertad de mover el cuerpo, sin complejos, sin más:



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