Loa a la Foia de Castalla.

Empezamos el nuevo curso y, no quería hacerlo sin un pequeño homenaje a una comarca de la provincia de Alicante que quiero dar a conocer: la Foia de Castalla. La semana que viene seguiremos con lo nuestro, pero, ¡qué caray!, démonos un pequeñísimo margen de relax antes de entrar de lleno en nuestras materias.

Cuando salgo de casa por las mañanas, apenas unos segundos me separan de mi vehículo. Los suficientes para respirar en profundidad el oxigeno de la Foia de Castalla. Algo que no tiene precio; no se puede pagar. Tan gratificante, que sólo se nota si lo puedes vivir, si lo puedes sentir en vivo y en directo; en lo más íntimo de tu ser, de tu alma.

La Foia de Castalla es una meseta rodeada de altas montañas. Una vista envidiable, una imagen de absoluta paz; el silencio de las altas montañas, majestuosas, imponentes y señoriales, en una provincia valenciana que parece que sólo tiene playas cristalinas y con muchas banderas azules, (codiciado objeto comercial de los tour operadores); pues aquí, sí, aquí, existe un paraíso, una comarca denominada la Foia de Castalla, al sur de la comarca alicantina de L'Alcoià, ambas comarcas, nidos de emprendedores mucho antes de que esta palabra se pusiese de moda.

La naturaleza, aquí, sigue siendo lo suficientemente salvaje como para que con cada inspiración de tus pulmones, tengas a tu alcance lo mejor de la tierra.

En la Foia de Castalla conviven cuatro pueblos; todos son conocidos a pesar de su escaso tamaño, (me niego a denominarlos ciudades, porque aunque en algún caso lo sean, su encanto reside en que siempre serán pueblos).

Ibi, por ser la cuna de los juguetes, Tibi, por un embalse emblemático, Onil, por sus muñecas, y, Castalla, por ser el centro de la provincia de Alicante y dar nombre a la Foia. Puede parecer, en este último caso, que es poca cosa; nada más lejos de la realidad.

La distancia de Castalla a cualquier población de la provincia de Alicante es envidiable. Tanto para Alicante, como para Elche, Alcoy, Villena, Elda, es apenas de media hora; y, sólo un poco más, si hablamos de Benidorm, Santa Pola, Torrevieja u Orihuela.

En otras palabras, cuando el cuerpo y la mente te pide 'juerga', la tienes a una media hora de viaje, con al ventaja de que en otra media hora, estás de vuelta a casa, un remanso de silencio y descanso, alejado de las grandes urbes.

Con otra importante ventaja: en la Foia de Castalla, se viven, se perciben, se saborean todas las estaciones. Hay primaveras, veranos, otoños e inviernos. Y cada una en su justa medida. Nada de veranos interminables o inviernos tan cortos que no llegas ni a enterarte de que ha habido un invierno.

Cuando se está en una población costera, el verano es 'interminable', los inviernos son que casi ni los notas, los otoños se 'comen' los inviernos y, los veranos, se 'comen' las primaveras.

Ahora que nos acercamos a la época del año donde deben brillar las tormentas y las tempestades climatológicas, la siguiente cita, debe hacernos reflexionar sobre la importancia de lidiar sin miedos ni temores con esos fenómenos societarios y empresariales: las tormentas y las tempestades

Los pilotos hábiles consiguen su reputación en las tormentas y las tempestades (Epicuro)

Y como no hay nada que cien años dure, el video musical de esta semana, hace referencia a cien días y cien noches, un periodo mucho más corto, pero que puede ser muy intenso y un recordatorio de que no hace falta esperar cien años para que las cosas cambien.





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