De golpe
adquirió conciencia de dónde estaba. La pesadilla había sido brutal. Tan
cercana, como lo es la realidad del momento vivido. El sudor que empapaba todo
su cuerpo certificaba el desgaste sufrido en su duermevela.
Debía acudir
cuanto antes a la empresa. Comprobar que lo que se le había revelado tan
claramente en su inconsciente sueño, no era sólo pura ficción.
Conforme se
acercaba al edificio donde se ubicaba la empresa, una sensación de desasosiego
le inundaba. Nada era como todas las mañanas.
Recordó su
pesadilla y los peores presagios de la noche se le acumularon en su consciente
como algo cierto. Debía dominarse. Debía acallar su insistente voz interior que
le reclamaba volver a casa y meterse de nuevo en la cama, bajo las mantas,
calentito, sin que el frío de la oscura mañana le importunase. Sin que las
negras nubes avivaran los malos augurios.
Sin embargo, al llegar a la empresa, se sintió muy contrariado. Salió de su vehículo. Recorrió unos pasos. Todo estaba en su sitio. Lo único que no encajaba es que todas las puertas estaban cerradas. no había nadie.
Se dejó caer de rodillas y
pugnó con sus lágrimas de alegría para no parecer demasiado ñoño. Resultó ser
su día de suerte. ¿Qué demonios hacía allí un domingo por la mañana?
Cuando un empresario afronta cuestiones que sólo se pueden resolver con decisión firme, arrestos y audacia, nadie de su entorno sabe lo que ronda por su cabeza, porque además, nadie desea ponerse en su piel.
Lo que para el empresario es totalmente cierto y real, tan real que lo tiene reflejado y diseñado con todo detalle en su mente, para los demás no existe. Para los demás es un sueño que ni siquiera se plantean.
Pero nunca, nunca, la certeza del empresario debe ser presidida por la soberbia. Porque nada es lo que parece y siempre hay algo de cierto, incluso en lo más absurdo.
Esta semana, un proverbio árabe que estoy seguro que les hará meditar largo y tendido:
Hasta la semana que viene, Y no lo olviden, nada es lo que parece, sean prudentes en sus decisiones y nunca descarten lo que aparentemente parece absurdo.
Y para terminar, un vídeo musical que nos recuerda que siempre debemos seguir nuestras propias pautas, para que por encima de todo, no permitamos que nadie nos doblegue. A continuación, señoras y señores, Bon Jovi.
Lo que para el empresario es totalmente cierto y real, tan real que lo tiene reflejado y diseñado con todo detalle en su mente, para los demás no existe. Para los demás es un sueño que ni siquiera se plantean.
Pero nunca, nunca, la certeza del empresario debe ser presidida por la soberbia. Porque nada es lo que parece y siempre hay algo de cierto, incluso en lo más absurdo.
Esta semana, un proverbio árabe que estoy seguro que les hará meditar largo y tendido:
Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad.
Hasta la semana que viene, Y no lo olviden, nada es lo que parece, sean prudentes en sus decisiones y nunca descarten lo que aparentemente parece absurdo.
Y para terminar, un vídeo musical que nos recuerda que siempre debemos seguir nuestras propias pautas, para que por encima de todo, no permitamos que nadie nos doblegue. A continuación, señoras y señores, Bon Jovi.
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